martes, 17 de julio de 2007

Pequeño hombre



¿Quieres hablar?

Si mi niño, te quiero hablar… Quiero contarte del hombre que no ve porque nunca lo ha hecho antes, porque perdió el hábito de sentir la ternura del que ama. Ése mi niño, ese pequeño hombre que corre sin sentido y en su mirada busca el recuerdo de la inocencia de su infancia. Busca fe donde se esconde el temor.

Soy Gaia, la madre del hombre, del bosque, del águila y de todo aquello que se impulsa por la vida en búsqueda de llegar más alto.

Mi niño este pequeño hombre, que debería perseguir el reencuentro con la gracia pero prefiere correr la carrera del destino y busca evitar aquello que sabe que va a llegar a él. Ese pequeño hombre, que desde la casualidad esgrime lo que esta ocurriendo frente a tus narices y a pesar de ello prefiere seguir sumergido en el sueño de negación. Mi niño, ya no hay retorno.

Soy la gran madre, soy quien despierta hijo mío para que nuevamente veas mi enseñanza y la oportunidad de que llegues a ese lugar que niegas. Soy el espíritu de Sanu que cubre la materia para elevar aquello que debe ascender, ya que la brecha del sueño se acorta y todos veremos en vida como el amanecer será distinto. Lo que ya es, no será.

Despierta pequeño hombre, apóyate del hombro de tu hermano el samaritano que brilla desde la luz del padre y camina los pasos del iluminado. Busca el verdadero sentido a tu existencia, ya que en la búsqueda te encontrarás frente a ti, frente a eso que eres. No temas sino encuentras lo que la ilusión te mostró, solo encontrarás que vive dentro tuyo el potencial de crear y ser universo.

Pequeño hombre, estas aquí por algo que no logras ver. Eres parte del relato que no encuentras en el cuento que lees. Pero estas ahí ya que eres el comienzo y el final de esta historia. La expresión de la gracia vibra dentro de ti, hijo mío es momento de asumir responsablemente el rol que nos toca.

Les hablo a todos y a cada uno. Así como cada estrella esta en el lugar apropiado en el cielo que nos cubre, hoy vibran sus vidas el destino de la gracia que debe volver a despertar para regresar a la armonía de la existencia del todo. Cada uno es especial y único en este juego llamado destino, cada conciencia lleva el código necesario para que esto funcione. Pequeño hombre, ¿no lo entiendes? Vivo a través de ti y en ti, no seria madre de todo lo que hace presencia sobre mi superficie, no hubiese empezado mi viaje si cada uno de ustedes no estuviera conmigo a lo largo de cada existencia.

Despierten hijos míos que amanece y es hermoso estar presente en este eterno instante. Es maravilloso poder ver donde el cielo se hace tierra, donde el hombre se hace Dios en vida.

Tu madre.

Gaia / A través de Juan Manuel