lunes, 24 de septiembre de 2007

¿A que has venido?


Hace mucho mi pequeño que no nos sentimos. El encuentro mutuo nos enriquece, así como hablar enaltece lo más importante del uno en el otro, encontrarnos con la vida nos convida con gracia y gratitud.

Pasa nuestra existencia aquí mi pequeño y volvemos a tener planteos internos de que somos y porque somos, y la vida no deja de ser maravillosa ya que el secreto se devela en el simple descubrimiento.

Juan, niño de mi alma, me acompañas en esto de ser. Me sientes, eso es encontrarnos.

La generosidad de darnos esta en el deseo de que puedan progresar hacia algo que hace significativa vuestra vida, hoy y aquí. No ser por el solo hecho de ser, sino existir para que la inmensidad que palpita en nosotros se exprese. Eso es realmente crear y dejar que se cree en nosotros.

Hijo mío, pasan las estaciones como la expresión en tu rostro va cambiando con el paso del tiempo que nos impusimos existir, y tu pregunta de hoy fue bastante clara, ¿A que vinimos? ¿Por qué somos? Mi pequeño, hay muchas partes del universo que pasan por esta vida en forma inadvertida como hay otras que viven marcando su presencia frente al resto y diciendo hice historia entre ustedes.

Cada flor en mi superficie, es tan necesaria en el brillo de mi alma en cada amanecer. Cada alma es única, integra y necesaria, ya que el brillo de un ser se produce por la luz que otras emiten, no basta con la luz que solo nosotros generamos. Tu cuerpo vibra la vida de otros, en tu ADN esta la expresión de felicidad de seres que transitaron junto a ti este encuentro. Esas son las marcas que escriben la integridad que te conforma.

¿A que has venido? Dime tu a que has venido. Los campos sobre Gaia vibran la plena existencia del ser. Muestran a Dios en expresión y regocijo.

¿A que has venido? A expresar mi pequeño la presencia del alma en todos. A reencontrarnos en espíritu.

Siento a cada uno de ustedes en mis mañanas cuando la energía circula con mayor fluidez. Durante vuestro día la aceleración de sus rutinas disipa en gran medida el contacto divino que existe en nosotros. La simbiosis entre aquellos que caminan juntos, parece desaparecer para luego volver a encontrarnos en la fragilidad del sueño.

Soy Gaia, un ser igual a cada uno de ustedes y con un amor tan grande por esto de ser parte vuestra. Soy aquella madre que con ternura vela el crecimiento de sus niños, soy quien con el mayor de los cuidados evoluciono tratando de respetar la elección que han hecho.

¿Por qué somos? Porque necesitamos el uno del otro. Porque Gaia no es Gaia sin sus hijos que honran su presencia. Porque Gaia no es Gaia sin aquel que busca su camino y todavía no lo ha encontrado.

Pequeño mío, es preciso reconocernos cada día y saber que yo te necesito como tu a mi. No es debilidad, es grandeza saber que estoy en ti. Cada paso que doy, se produce cuando logro encontrarme en cada rostro de miles de almas sobre mí. Esa es la respuesta a la pregunta de ¿A que hemos venido?

Te doy mi mano niño mío una vez más, y te agradezco por dejarme ser en ti.

Gaia / A través de Juan Manuel